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El diccionario define que mandala o mándala en el hinduismo y en el budismo es un
dibujo complejo, generalmente circular (de nueve círculos concéntricos), que
representa las fuerzas que regulan el universo y que sirve como apoyo de la
meditación.
Del siempre recordado Antonio
Tabucchi se ha rescatado en forma póstuma “Para Isabel, un mandala”, libro que resulta
ser en términos literarios un dibujo complejo y circular. Esto le ha servido al
gran autor para volver sobre sus obsesiones y fantasmas, en este caso buscando
la figura huidiza de Isabel, personaje que “ha visitado” varias de sus
creaciones.
El libro fue rescatado el año
pasado en Italia y ahora termina de aparecer en castellano, traducido por
Carlos Gumpert, lo que es decir una garantía pues es quien ha vertido a nuestro
idioma la mayor parte de la obra del escritor italiano. “Para Isabel” es libro
póstumo, aunque no algo que quedó sin concluir. Al parecer, Tabucchi tenía la
intención de revisarlo, pero murió antes de poder hacerlo.
Pese al “pese”, estamos ante un Tabucchi genuino y el lector que conoce su obra no
tiene que compararlo con los textos conocidos a partir de “Sostiene Pereira”
sino con otros, anteriores y diferentes, tales como “Nocturno hindú” o
“Requiem”, tanto por “atmósferas” e intenciones como por los personajes que en
él aparecen.
Una sombra elusiva
Isabel ha sido una sombra elusiva
en esos libros, y en algunos relatos de “El ángel negro” (libro de 1991, que por tono y estilo hay que vincularlo con
“Nocturno hindú” (1984) y, de manera especial, con “Réquiem”, también de 1991). En
todos esos textos el personaje recibe noticias y quiere recuperar a Tadeus
Slowacki, un amigo que ha muerto en circunstancias nunca esclarecidas.
En la tan ponderada primera parte
de su obra, Tabucchi solía narrar historias que se presentaban entrecortadas,
como si fueran sueños, o como si no pudiera establecerse una clara división
entre lo onírico y lo real. En “Para Isabel”, que fuera escrita a lo largo de
1996 y luego varias veces retomada, vuelve a ese estilo, en este caso buscando
la figura huidiza de la mujer de ese nombre, de quien se dice que se suicidó para escapar del
gobierno de Salazar, el dictador que agobió a Portugal entre 1933 y 1968 (el
régimen dictatorial se extendió hasta 1974).
El lector no termina de saber
quién en realidad busca a Isabel, tampoco cuanto de “verdad” hay sobre ella,
porque el relato es ambiguo, aunque la “presencia” del fantasma Tadeus es una constante. El que busca y quiere saber qué
ha ocurrido con la mujer, se mueve por distintos escenarios que se inician en
Lisboa, en la que el narrador asiste a una misa en la que se evoca a Isabel, y
termina, en el noveno capítulo, en algún lugar de Italia (en el que el mandala
se cierra, o cobra un cierto sentido).
¿Qué ha pasado con la mujer, quién
es –en definitiva- Isabel? Tabucchi nunca lo aclara, aunque capítulo a capítulo
va deshojando parte de lo que se ha escondido. Isabel, vinculada a sectores
opositores a Salazar, al parecer ha simulado un suicidio para escapar de las
garras dictatoriales y recibido ayuda de diversas personas para poder escapar.
El objeto del deseo
Capítulo a capítulo, los círculos
van estrechándose, acercan cada vez más al “buscador” al objeto de su deseo
(porque se trata, aparte de saber qué ocurrió con la mujer, intentar dar con
ella, “llegar”de una manera tan íntima como definitiva).
Lo imposible parece ser el
sustrato de “Para Isabel”. Lo cierto, lo sólido, la respuesta, se ubican en
forma permanente en un “más allá” del texto. Como le ocurría al narrador en los libros antes apuntados.
La cuidada prosa, a veces
bellísima, tantas veces marcada por la nostalgia, se reitera en “Para Isabel”
donde el narrador va pasando de un personaje a otro (Mónica, antigua amiga de
Isabel; Bi, la anciana que la crió; un carcelero; un sacerdote; un poeta próximo
a morir; el personaje Xavier, de importante gravitación en “Nocturno hindú”)
tratando de llegar a ese centro vital que tanto se demora en hacerse presente.
Y al que de cierto modo arriba al final del relato, aunque el
“quizás” de la historia, omnipresente, persista.
En determinados textos, Tabucchi
ha logrado “continuar” la voz de su tan admirado Fernando Pessoa, a quien ha
homenajeado en diversos textos y ha “buscado” en otros (especialmente en
“Réquiem”). Y la palabra desasosiego, tan ligada al poeta portugués, resulta apropiada
para su propia obra y para la novela rescatada. “Obsesiones privadas, pesarosas
añoranzas personales que que el tiempo corroe pero no transforma, (…) fantasías
incongruentes e inadecuación a lo real son los principales motores de este
libro”, advierte Tabucchi en el prólogo. Es su mundo, quiere decirnos, al que
ha vuelto. Y al que nos invita a recorrer otra vez, brindando así a sus
lectores un inesperado y bienvenido regalo.
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Fotografías laterales:
fotogramas de “Réquiem” (Alain Tanner, 1998) y de “Sostiene Pereira” (Roberto
Faenza, 1995), basadas en novelas de Antonio Tabucchi.
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“Estoy trabajando con polvillos de
colores, contesté, un círculo amarillo, un círculo azul, como en una práctica
tibetana, y mientras tanto el círculo se va estrechando hacia el centro, y yo
intento llegar al centro. ¿Con qué objeto?, preguntó él. Yo también encendí un
cigarrillo. Es muy sencillo, para llegar al conocimiento”.
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Perfil
Antonio
Tabucchi nació en Pisa, Italia, en 1943 y falleció en Lisboa en marzo de 2012. Conocido
sobre todo por sus trabajos sobre el escritor portugués Fernando Pessoa, enseñó
Lengua y Literatura Portuguesa en la Universidad italiana de Siena. En sus
últimos años residió la mayor parte en la capital de Portugal. Como novelista,
alcanzó el éxito con “Sostiene
Pereira” (1994), que fue
adaptada al cine, al igual que otra de sus obras, “Réquiem”
(1992). ”Sostiene Pereira” obtuvo
los premios Campiello, Scanno y Jean Monnet. Por “Nocturno
hindú” (1984) recibió en Francia el Médicis
para novelas extranjeras y en
España el de periodismo Francisco
Cerecedo. Escritor comprometido, consiguió
con su novela “La
cabeza perdida de Damasceno Monteiro” (1997)
la revisión del caso que aparecía en la obra, resolviendo el asesinato de un
ciudadano portugués. Tabucchi también ha tocado el género epistolar, como lo
demostró en “Se está haciendo cada vez más tarde” (2001).
Colaboró con diversos medios, entre ellos El País y
Corriere de la Sera. Obtuvo
un doctorado honoris causa de la Universidad de Lieja. Otros títulos: “Piazza
d’Italia” (1955); “El juego del revés” (1981); “Dama de Porto Pim” (1983);
“Pequeños equívocos sin importancia” (1985); “La línea del horizonte” (1986);
“Las tentaciones de Jerónimo Bosco”, “Los volátiles del Beato Angélico” (ambos
de 1987); “Un baúl lleno de gente” (1990); “El ángel negro” (1991); “Sueño de
sueños” (1992); “Los tres últimos días de Fernando Pessoa” (1994); “La
gastritis de Platón” (1998); “Autobiografías ajenas. Poéticas a posteriori”
(2003); “Tristano muere” (2004), “La oca al paso” (2006), “El tiempo envejece
de prisa” (2009) y “Viajes y otros viajes” (2010). Mantuvo fuertes
enfrentamientos con el gobierno de Silvio Berlusconi y sus posiciones políticas
quedaron patentizadas en múltiples artículos periodísticos. Se lo consideró uno
de los grandes narradores italianos del siglo XX y comienzos del presente.
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Video:
Entrevista, en castellano, a Antonio Tabucchi. Video de Abraham Prudencio
(27/3/2012)
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