Tonos sombríos en los cuentos de "Todos amábamos a Virginia Crespi", de Ángel Balzarino. Entrevista al autor
Saludo al visitante 3000, número registrado hoy, jueves 10 de septiembre de 2015
“Todos amábamos a Virginia Crespi”
“Todos amábamos a Virginia Crespi”
Autor:
Ángel Balzarino
Ediciones
D’el aire. Colección Caleidoscopio. Santa Fe, Argentina, 2015, 166 páginas.
En Argentina: 100 pesos.
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“Muchas
veces, por la característica de los personajes o los hechos que constituyen la
historia, no surge la posibilidad de apelar al humor en la medida que me
gustaría hacerlo. Y creo que ocurre así en la mayoría de los cuentos” de “Todos
amábamos a Virginia Crespi”, el duodécimo volumen que el argentino Ángel
Balzarino dedica al género. Como en experiencias anteriores, el escritor acude a diversas voces,
al cambio súbito de escenarios y situaciones, para contarnos sus historias cuyo
escenario suele ser el de la ciudad en la que vive desde muy joven, Rafaela, llamada
“la Perla del Oeste”. Ella, admite el autor, “tiene una presencia bastante
fuerte” en su obra.
-A diferencia de lo que hemos venido advirtiendo en sus últimos libros,
“Todos amábamos a Virginia Crespi” presenta una selección de cuentos que en su
mayoría tienen un tono dramático, quiero decir con cierta ausencia del humor.
¿Eso ha sido premeditado?
-No. Se impuso de
manera natural, sin buscarlo ni
pretenderlo expresamente. Hace unos cuantos años que el humor predomina en mis
trabajos y lo utilizo como un recurso muy eficaz para suavizar algunas
cuestiones absurdas o intolerables. Con bastante gratificación pude comprobar
que los atisbos de humor en cuentos que plantean graves circunstancias de
indigencia, abandono, muerte -como en “Una moneda, por favor”, “Centro de ayuda al
suicida” y “Timbre a la hora de almorzar”-, han merecido comentarios y
opiniones muy favorables por parte de los lectores. Pero no es fácil o, más
bien, no tengo la capacidad para lograr eso en todos los casos. Muchas veces,
por la característica de los personajes o los hechos que constituyen la
historia, no surge la posibilidad de apelar al humor en la medida que me
gustaría hacerlo. Y creo que ocurre así en la mayoría que los cuentos que
integran el nuevo libro.
-Además de la soledad de varios de sus personajes, lo que se advierte es
la angustia por “aquello” indefinido que parece a punto de hacer daño a los
diversos protagonistas. ¿Eso es consecuencia de la simple ficción o se
corresponde con su propia visión de la realidad que nos circunda y que, opinión
personal, suele mostrarse crecientemente opresiva?
-Coincido con su opinión personal: tengo una visión
bastante escéptica y desencantada de la realidad que nos circunda y, sin duda,
ello queda plasmado a través de algunos personajes. Pero no puedo determinar
con claridad lo que corresponde a la simple ficción y a la propia percepción en
los variados sentimientos de soledad, angustia, temor, rebeldía, protesta, que
presento y afrontan los hombres y mujeres que participan en el curso de cada
historia.
-Sin ánimo de incurrir en consideraciones macabras, la otra
constante del libro tiene que ver con la muerte. ¿Es la mía una lectura
demasiado subjetiva o estoy bien encaminado con la afirmación?
-Me parece una
observación muy correcta. La muerte, como tantas otras circunstancias, forma
parte de nuestra existencia. Y cada vez que debo abordarla en el desarrollo de
una historia, procuro relegar consideraciones demasiado dramáticas o macabras
y, en la medida de lo posible, otorgarle un condimento de ironía, desparpajo y
humor, como lo hice en varios cuentos. Pero tal vez en este nuevo libro se
presenta en forma más directa y descarnada.
-Según parece, todos aparte de amar quieren saber quién es la
Virginia Crespi que da título al libro. ¿Puede contar algo sobre esa mujer, tan
atractiva al parecer, o prefiere que el lector saque sus conclusiones?
-Como ningún otro,
el título de este libro suscitó, desde el momento de ser difundido, inmediatas
y variadas reacciones. Tal vez la más notoria y compartida por muchas personas
fue cuestionar el título al considerarlo erróneo, pues expresaban “que no conocían a Virginia Crespi
y, por lo tanto, no podían amarla”. Otra planteó el dilema de saber si se
trataba de un personaje de ficción o una mujer real y, en tal caso, si vivía
actualmente o pertenecía a un tiempo pasado. Yo me permití aportar otra
alternativa cuando, un día antes de la presentación del libro, me hicieron un
reportaje por una radio local. Luego de intercambiar unas palabras con el
conductor del programa, un corte de luz interrumpió la transmisión. Cuando seis
o siete minutos después pudimos seguir hablando, le manifesté que tal vez lo
ocurrido no había sido un inesperado desperfecto de la empresa de energía sino,
más bien, podría haberse tratado de un atentado cometido por algún novio o
marido celoso que pretendía evitar la presentación del libro y que se
conocieran públicamente todos los secretos de Virginia Crespi. Tampoco el
epígrafe del libro, con palabras de James Joyce, logra despejar completamente
el enigma: Nunca había hablado con ella,
a excepción de unas pocas palabras ocasionales y, sin embargo, su nombre era
como una llamada a todas mis pasiones. Por lo tanto, sin duda lo mejor será
que cada lector descubra quién es esta mujer y entonces, quizá, también pueda
llegar a amarla.
-Cuente ahora sobre los cuentos: ¿Pertenecen todos a la misma época?
¿Cuál es, en general, su método de trabajo? ¿Por qué no “salen” esos relatos
del ámbito, considerablemente reconocido, de Rafaela?
-Los cuentos que integran el libro pertenecen a diversas
épocas. La mayoría de los cuentos nuevos han sido escritos en los últimos dos o
tres años. Aunque el cuento más extenso
y que da título al libro -Todos amábamos
a Virginia Crespi-, data, en su primera versión, de mediados de 2011.
También, tal vez por la complejidad de la trama y las variadas voces que narran
la historia, me demandó mucho trabajo y reiteradas correcciones en el curso de este tiempo. Los cuentos
publicados con anterioridad -seis de los diecisiete que componen el libro-
pertenecen a ediciones prácticamente agotadas. Pero quizá el hecho más curioso
o llamativo lo constituye la inclusión de “Un tigre me persigue”, un cuento que
obtuvo en 1984 el primer premio en el concurso de cuentos organizado por el
Tiro Federal y Deportivo Morteros, Córdoba, con el auspicio de la Municipalidad,
el diario “La Voz” y Radio Centro, ya que desde entonces -durante 31 años-
permaneció inédito. Advertí esta circunstancia, con bastante asombro, al
seleccionar los cuentos para el nuevo libro, y entonces me pareció oportuno
incluirlo.
En cuanto al
método de trabajo es el mismo que practico casi desde el momento que comencé a
escribir. Necesito elaborar mentalmente la obra. Luego hago un breve detalle
-una o dos páginas- de las características de los personajes, las diversas
situaciones que reflejará la historia y, sobre todo, el modo como ocurrirá el
desenlace. De manera que después, con la seguridad de poseer todos los
elementos necesarios para concretar mi propósito, puedo desarrollar
integralmente un cuento o una novela.
En cuanto a
Rafaela, efectivamente, su
presencia (así como de la zona de influencia), acepto que tiene una vigencia
bastante fuerte a través de mi obra. Tanto en la evocación de la llegada y
radicación de los primeros inmigrantes piamonteses como al recrear seres y
episodios que forman parte de la realidad actual. El escenario por donde se
movilizan los personajes es casi siempre el mismo: La Florida. Un nombre que se había barajado para asignar a este
lugar del oeste santafesino -llamado Rafaela, finalmente- y que adquiere destacado
predominio en Todos amábamos a Virginia
Crespi, el cuento que da título al nuevo libro.
-Y cuente, por fin,
quiénes son hoy los autores que
más le significan, que más lo “acompañan” como autor.
-De las primeras e intensas
lecturas fueron surgiendo autores a los que -por admiración, por incrementar en
forma incesante mis conocimientos, por el placer inefable generado por sus
obras- sigo releyendo siempre. Entre los que me acompañan de manera más cálida
y cercana, puedo mencionar a Jorge Luis Borges, William Faulkner, Juan Carlos
Onetti, Julio Cortázar, Raymond Carver, John Cheever y, entre los más
recientes, a Tobías Wolff, un extraordinario cuentista norteamericano, a Roald
Dahl -a quien “llegué algo tarde”, como le ocurrió a Elvira Lindo, escritora
española, según expresa en el prólogo a la edición de sus Cuentos Completos-, y
a Alice Munro, Premio Nobel 2013, de la cual estoy disfrutando sus impecables
cuentos actualmente.
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En “Virginia Crespi” Balzarino
muestra a personajes solitarios, muchas veces obsesionados por espejismos
creados por su mente (el cuento que da título al libro), en otros casos
asediados por fuerzas que no pueden controlar (“La mancha”, “Un tigre me
persigue”). Recuerdos de un pasado ominoso que, aunque cada día más distante,
sigue pesando en el colectivo emocional de los argentinos (“Antes del primer
grito”, “Hacia la noche”, “Alteración en la calle”), formas de la venganza
(“Encuentro a las diecinueve”, “Un trozo de carne, simplemente”), los hechos
innobles y violentos, tan propios de nuestros días (“La muchacha del kiosco”,
“Menos de tres minutos”), nostalgias por lo que no fue (“El recuerdo de Julieta
y un acordeón repentinamente triste”), vale decir, una temática diversa informa
a estos textos que, como ha explicado el autor, responden a distintas épocas de
su incesante quehacer literario.
Es cierto que nos convencen más sus
cuentos de cronología lineal, una única voz y el humor corrosivo que suele
acompañarlo (como ocurriera con “Timbre a la hora de almorzar” o “Centro de
ayuda al suicida”), pero esta vez el autor ha optado por tonos más sombríos.
Otra forma de expresar su mundo.
“No. Ya no ocurrirá nada de eso. Ahora, como
para revelarnos de que ha concluido tan luminosa etapa, poco antes de las
siete, cuando las primeras campanadas llaman a misa, aparece Clotilde Macario o
las hermanas Blasco o Zulma Zapattini, o todas juntas, hieráticas, casi sin
disimular una sonrisa de satisfacción. Como si llevaran a cabo una ceremonia de
la que nadie debía perder ningún detalle, dejan caer algunas monedas en la caja
de don Batista, sumamente caritativas”.
Datos
para una biografía
Ángel
Balzarino nació en 1943 en Villa Trinidad,
provincia de Santa Fe, Argentina, y desde 1956 reside en Rafaela. Ha publicado doce libros de cuentos: “El hombre que
tenía miedo” (1974), “Albertina lo llama, señor Proust” (1979), “La visita del
general” (1981), “Las otras manos” (1987), “La casa y el exilio” (1994), “Hombres
y hazañas” (1996), “Mariel entre nosotros” (1998), "Antes del primer grito" (2003), “El hombre acechado” (2009),
“La sangre para ellos son medallas” (2011), “Timbre a la hora de almorzar”
(2013) y “Todos amábamos a Virginia Crespi” (2015), así como tres
novelas: “Cenizas del roble” (1985), “Horizontes
en el viento” (1989) y “Territorio de sombra y esplendor” (1997). Varios
de sus trabajos figuran en diversas antologías, tanto de Argentina como del
exterior, muchos de sus cuentos circulan en Internet y ha recibido varios
premios y distinciones, el último de los cuales es el “Alcides Greca” 2014, por
obra editada (por su libro “La sangre para ellos son medallas”). Su cuento
“Rosa” se encuentra incluido en ediciones de libros para estudiar el
castellano, en Estados Unidos.
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Enlaces:
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Video:
Entrevista, Universidad de Ciencias Empresariales y Sociales. Rafaela,
diciembre 2014. Duración: 15,43 minutos:
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