La cueca larga llegó a su final
“Nicanor Parra escribe
como si al día siguiente fuera a ser electrocutado”, expresó alguna vez Roberto
Bolaño definiendo a su connacional como lo que fue siempre: un vanguardista de
excepción, un verdadero fuera de serie. Y aunque el poeta pareció resistirse a
lo inexorable, sabido es que todo llega a su fin y eso le ocurrió el pasado 23
de enero, aunque dejando tras de sí una amplia obra iconoclasta que elaboró a
lo largo de su muy prolongada vida que se apagó a los 103 años de edad.
Fue en la década de
1950 cuando Parra, integrante de una familia de cantantes y poetas (imposible
no mencionar a su hermana Violeta) irrumpió en el conservador panorama chileno
con sus corrosivos antipoemas que
surgieron a contrapelo de lo que habían impuesto hasta ese momento, como hitos
fundamentales en Chile, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Vicente Huidobro. Pero
esa poesía iconoclasta que lo conduciría muchos años más tarde al Premio
Cervantes (acordado en 2011) no fue recibida con exceso de entusiasmo, al punto
de que Pablo de Rokha llegó a afirmar que los antipoemas inspiraban “lástima y
asco”.
En su momento, a Parra
lo acusaron tanto de derechista como de comunista. Él, al tiempo que dictaba clases de matemáticas, se ponía al margen de las discusiones, aunque se
encargaba de enfrentarse con lo instituido: “Durante medio siglo / La poesía
fue / El paraíso del tonto solemne. / Hasta que vine yo / Y me instalé en mi
montaña rusa. // Suban, si les parece. / Claro que yo no respondo si bajan /
Echando sangre por boca y narices”.
La ironía, cuando no
el sarcasmo, fue su fuerte. “Mi poesía -aclaró alguna vez como poniendo en
guardia a sus lectores- puede perfectamente no conducir a ninguna parte”. En otro orden, se ha dicho con bastante justeza que las influencias literarias de
Parra no hay que buscarlas en la poesía, sino en autores inefables tales como
Macedonio Fernández.
Luego de los
antipoemas Parra “inventó” los artefactos,
una sumatoria de dibujos y de “versos” que buscan siempre el impacto, no tanto
la risa sino la reflexión. Algunos ejemplos: “Cuando nací morí. Menos más que
después resucité”. “Hasta cuándo siguen fregando la cachimba. Yo no soy
derechista ni izquierdista, yo simplemente rompo con todo”. “Acto gratuito.
Ordeñar una vaca y tirarle la leche por la cabeza”. “De boca cerrada no salen
moscas”. “El poeta es un simple locutor. Él no responde por las malas
noticias”. “Mendigo alegre no inspira piedad”. “Para no ir demasiado lejos,
tomemos el caso de Adán y Eva”. Cada una de esas sentencias van acompañadas con la correspondiente ilustración y
buscan provocar, hacer pensar, obligan al lector a sacar sus propias
conclusiones.
Oportunamente, alguien
advirtió que el tono del autor de la “Obra gruesa” no es apocalíptico sino
urticante. Y José María Ibáñez-Langlois, en el prólogo a los “Antipoemas” (Seix
Barral. 1972), ya advertía que no debía caerse en la “mitología” de considerar
a los antipoemas al margen de la misma poesía: “El antipoema no es, por
supuesto, otra cosa que un poema”.
Poemas subjetivos,
cómicos a veces, dolorosísimos otros. Harold Bloom se detiene en “La tabla”
(“Soñé que me encontraba en un desierto y que hastiado de mí mismo / Comenzaba
a golpear a una mujer”) y sobre ese poema confiesa que lo perturba por las
oscuras revelaciones que hace Parra sobre él mismo. “No conozco otra
conformación más original con las Tablas de la Ley”, ha expresado.
Al publicar en 1977
los “Sermones del Cristo de Elqui” se verificó un nuevo cambio en su derrotero
poético: “Y ahora con ustedes / Nuestro Señor Jesucristo en persona / que
después de 1977 años de religioso silencio / ha accedido gentilmente / a
concurrir a nuestro programa gigante de Semana Santa”.
Conviene evitar confundirse:
Parra no busca ofender, sino en primera instancia despertar y de inmediato
conmover. Y el resto, como corresponde, es sencillamente el disfrute, de la
comicidad, sí, pero también de la inteligencia, del desparpajo.
Como señalé, esse fuego llamado Nicanor Parra Sandoval
se apagó el pasado 23 de enero, para la pena de todos. Aunque, claro y por suerte, lo sobrevive su
obra.
Video: “Así fueron los
103 años de Nicanor Parra”, informe del canal 24horas de Chile, del 23.1.18, subido a Youtube.
Duración: 13,08 minutos:
Berti escribe en chino
El escritor argentino, residente en Francia, Eduardo
Berti, realizó tres viajes a Chinai. Los dos primeros con su esposa y el
tercero con mujer e hijo. Las impresiones propias del viaje inaugural, las
segundas, que fueron distintas porque su mujer ya conocía el idioma chino y las
terceras, que le permiten reflexionar, como viajero ya experimentado, sobre lo
que vio, vivió, qpreció, en el inmenso país en sus primeras incursiones
(2004, 2008). La última, la reflexiva,
tuvo lugar en 2012. Todas ellas están reflejadas en "La máquina", libro infrecuente.
La máquina aludida se vuelve símbolo de esa extrañeza, del
mundo-otro que Berti busca -en vano- desentrañar. Lo que cuenta en su libro son
sus experiencias ante aquello que se le presenta, vasto, desconocido y muy
ajeno a los usos y costumbres de su vida cotidiana.
Berti, un sutil autor de una decena de volúmenes de
ficción, entre ellos “La mujer de Wakefield”, “Todos los Funes” y “Un padre
extranjero”, escribe sobre sensaciones, hechos, situaciones que le llaman la
atención, mientras se obsesiona por esa máquina vieja y enorme que vio alguna
vez y que se empeña en obtener para llevarla como recuerdo y trofeo
cuando regrese a casa.
“Viajamos -dice
Berti- entre diversas razones, para mantener viva la sorpresa, para no olvidar
la abundancia del mundo y la variedad del hombre; para vivir esa clase de
experiencias que también solemos buscar en los libros, en la ficción”. El libro habla de vivencias y, en simultáneo,
de lo que siente un escritor ante lo desconocido, ante lo inefable. De ahí que
no resulte demasiado forzado que además de los hechos y situaciones registrados
por él mismo incorpore textos un tanto imaginativos: “A veces hay todo un
episodio que he inventado, a partir de cosas que me contaron o que llegué a
vislumbrar o a imaginar en base a hechos reales”.
Imaginación, humor, un mundo que a cada rato lo sorprende,
para bien o para mal. Sobre ello cuenta Berti con pasión y con
su habilidad acostumbrada. Un viaje a China que sorprende y que vale la pena
conocer.
(“La máquina de
escribir caracteres chinos”, Tusquets, Buenos Aires, 2017, 171 páginas. En
Argentina: 289 pesos)
En el blog:
Libros, libros, libros
El amplio listado
previsto para 2018 habla del regreso del siempre fértil Mario Vargas Llosa quien
presenta “La llamada de la tribu” (Alfaguara), ensayo en el que analiza la historia
de las ideas liberales, que defiende.
Otro que retorna es el
japonés Haruki Murakami, de quien Tusquets publicará en septiembre “Matar al
comendador”, novela muy extensa dividida en dos partes: “Ideas emergentes” y “Metáfora
móvil”, historias entrecruzadas que giran en torno a un cuadro que lleva como
título el de la novela, de enorme éxito en la nación nipona.
Con prólogo de Ana
María Shua Planeta reeditará los “Cuentos completos” del siempre vigente
Isidoro Blaisten, en tanto que Juan José Becerra prologa los cuentos de otro entrañable
autor argentino: Haroldo Conti. A su vez los relatos de Hebe Uhart escritos a
partir de la década de 1960 serán publicados por Adriana Hidalgo Editora.
"Seis historias grises" será el nuevo libro del
argentino, residente en Corrientes, José Gabriel Ceballos que publicará Moglia Ediciones en su colección Ojo Lector.
Reeditado por Random House, aparecerá en breve en nuestro país “Pájaros en la boca y otros cuentos”, de Samanta Schweblin, libro que ya se publicó en España, en tanto que Fiordo hará lo propio con “Enero”, la primera novela de Sara Gallardo.
Reeditado por Random House, aparecerá en breve en nuestro país “Pájaros en la boca y otros cuentos”, de Samanta Schweblin, libro que ya se publicó en España, en tanto que Fiordo hará lo propio con “Enero”, la primera novela de Sara Gallardo.
Por último: “Trimalción”, un largo monólogo, fue el germen
de la novela capital de Francis Scott Fitzgerald, “El Gran Gatsby”. El texto
será publicada en la colección Rara Avis de Tusquets. A su vez Anagrama publica en España "Moriría por ti y otros cuentos perdidos", el libro de Scott Fitzgerald aparecido el año último en los Estados Unidos, en el que se compilaron los trabajos del autor rechazados por las revistas en las que colaboraba, por tratar temas considerados ríspidos para los lectores de la época. Este libro será distribuido en Argentina en el mes de mayo.
Los premios
El Alfaguara,
concedido al mexicano Jorge Volpi por “Una novela policial”, en la que
reconstruye un sonado episodio tribunalicio, cuando en 2005 la pareja integrada
por la francesa Florence Cassez y el mexicano Israel Vallarta, fue acusada de
secuestros y otros delitos. Por presión del entonces presidente Nicolás Sarkozy,
Florence salió en libertad en 2013, luego de estar seis años en prisión (había
sido condenada a sesenta años) pero Israel sigue aún hoy detenido. La
novela-testimonio de Volpi sigue el caso, que en su tiempo conmovió tanto a
México como a Francia.
El Biblioteca Breve, de Seix Barral, en su edición 60ª, se adjudicó ayer al
español Agustín Fernández Mallo por “Trilogía de la guerra” El fallo del jurado
señala que se trata de “una propuesta narrativa que transforma la realidad del
último siglo en una ficción repleta de imágenes insólitas, en las que se
combinan poesía y ciencia, historia y política” y que “a través de una
construcción apasionante por su voluntad de juego, la novela traza un mapa
tragicómico de nuestro mundo contemporáneo”.
Video: “Entrevista a Jorge Volpi. Caso de la francesa
Florence Cassez e Israel Vallarta”, reportaje de Milenio Digital, México,
subido a Youtube el 1.2.18. Duración: 6,59 minutos:
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